“Estoy seguro que el Concilio Otoñal de la Asociación General, en su
último encuentro, fue inspirado por Dios para recomendar que la iglesia
mundial, representada por sus delegados en San Antonio decida con un
“si” o un “no” para permitir a las divisiones mundiales establecer las
políticas que gobiernan la ordenación de las mujeres.
La Iglesia ha crecido. Un pequeño grupo de personas fieles en el fin
del siglo XIX se ha convertido en una familia multi-cultural con casi
20.000.000 de creyentes a lo largo y ancho del mundo. Ese crecimiento
tiene un precio: respetar la diversidad de razas, idiomas y culturas
entre la unidad que es lo que Jesús soñó cuando dijo: “para que todos
sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos
también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado.” (Juan 17:21).
Cuando predico el evangelio en diferentes países alrededor del mundo,
me regocijo al ver la diversidad de nuestra familia mundial, y por esta
razón yo apoyo el “si”. Estoy a favor de permitir que cada división
decida si ordenarán o no a nuestras hermanas, Hacer esto es aceptar el
desafío de continuar siendo una iglesia unida entre la diversidad.
(Fuente)
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